Fidel Ernesto Vásquez I.

20.Nov.2010 / 07:52 am

 

Es innegable que el movimento social que sacudió a México en la década de 1910 a 1920, no hubiera tenido el resultado que tuvo sin la participación del las mujeres.

Pero no sólo de aquellas a las que la historia nombra con nombre y apellido si no los cientos de miles de mujeres que dejaron el campo y las zonas rurales del país para luchar hombro con hombro con los hombres que se sumaron a los ejércitos que se formaron durante la lucha armada, esas mujeres que cargaron con los hijos en las cobijas, las ollas, los pocos enseres con que contaban y muchas veces cargaron con el fusil que sus compañeros ya muertos dejaban y ellas lo tomaban y participaban de la batalla disparando al enemigo, en esa época, el ejército federal.

Esas mujeres, muchas de ellas muertas en el anonimato atravesadas por las balas disparadas por el ejército del usurpador. Esas mujeres a las que sólo se les conoció con el nombre de las “Adelitas”.

Ustedes han de conocer una fotografía tomada en abril de 1912 en la estación de ferrocarriles de Buenavista en la Ciudad de México, donde se ve a una mujer de rasgos netamente indígenas bajando por la escalerilla de un tren con un reboso amarrado en la cabeza y con un grupo de mujeres a su espalda. Esa fotografía se ha convertido en ícono de las mujeres que participaron en la Revolución Mexicana, pues bien, esa fotografía tiene nombre y apellido, la mujer se llamó Altagracia Martínez proveniente de Chihuahua y fue una de esas mujeres que dejaron todo para seguir los pasos de su marido que se había incorporado a las huestes de Francisco Villa, a los cientos de miles de mujeres como ella, la sociedad les debe un reconocimiento palpable por que sin ellas, la Revolución Mexicana no habría sido posible.

Estas Adelitas la hacían de enfermeras, de espías, de despachadoras de trenes, de telegrafistas, de cocineras, de correo, etc. También hubo mujeres que ocuparon cargos militares como las Coronelas entre ellas destacan: Carmen Alanís, la cual se levantó en armas en Casas Grandes, Chihuahua y participó en la toma de Ciudad Juárez con 300 hombres a su mando; Juana Gutiérrez de Mendoza y la China, que comandaban un batallón formado por las viudas, hijas y hermanas de los combatientes muertos; también está Dolores Jiménez y Muro, redactora del Plan Político y Social que desconoció al régimen porfirista; redactora del diario liberal “Diario del Hogar” y participante de “Las Hijas de Cuauhtémoc”. 
En cuanto a movimiento de mujeres y feministas, en 1915 se realiza el Primer Congreso Feminista en Tabasco y en 1916 se realiza otro Congreso Feminista en Yucatán con 617 delegadas, donde destacan las participaciones de: Consuelo Zavala, Dominga Canto, Adolfina Valencia de Ávila, María Luisa Flota, Beatriz Peniche, Amalia Gómez, Piedad Carrillo Gil, Isolina Pérez Castillo, Elena Osorio, Fidelia González, Candelaria Villanueva, Lucrecia y Adriana Vadillo, Rosina Magaña y Consuelo Andrade.

 

La célebre canción “Adelita”:

 En lo alto de una abrupta serranía

acampado se encontraba un regimen

 y una moza que valiente lo seguía

 locamente enamorada del sargento.

Popular entre la tropa era Adelita,

la mujer que el sargento idolatraba

que además de ser valiente era bonita

que hasta el mismo coronel la respetaba.

Y se oía que decía aquel que tanto la quería…

Si Adelita se fuera con otro

la seguiría por tierra y por mar,

si por mar en un buque de guerra

si por tierra en un tren militar.

Si Adelita quisiera ser mi esposa,

y si Adelita ya fuera mi mujer,

le compraría un vestido de seda

ara llevarla a bailar al cuartel. 

Y después que terminó la cruel batalla 

 la tropa regresó a su campamento

por la vez de una mujer que sollozaba

la plegaria se oyó en el campamento.

Y al oírla el sargento temeroso

de perder para siempre su adorada

escondiendo su dolor bajo el reboso

a su amada le cantó de esta manera…

Y se oía que decía aquel que tanto se moría…

Y si acaso yo muero en la guerra, y mi cadáver lo van a sepultar,

Adelita, por Dios te lo ruego, que por mí no vayas a llorar.