Artículos archivados en 16 noviembre 2010

  • Libro revela cómo Rómulo Betancourt le entregó Venezuela a Estados Unidos

     

    La investigación se fundamenta en una rigurosa selección de referencias y documentos genuinos, como la carta que Betancourt envió al Departamento de Estado.

    En el marco de la Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN) 2010, se presentó el libro “El Procónsul Rómulo Betancourt, memorias de la degeneración de un país”.

    El texto escrito por José Sant Roz, en el cual se explica los motivos del fundador de Acción Democrática para traicionar, perseguir e incluso asesinar a varios de sus aliados y compañeros -y de sacrificar a una generación entera de jóvenes en la década del sesenta- con tal de conseguir el beneplácito de las compañías petroleras y del Gobierno de Estados Unidos, que decidieron por décadas quiénes debían gobernar en América Latina.

    La investigación se fundamenta en una rigurosa selección de referencias y documentos genuinos, como la carta que Betancourt envió al Departamento de Estado. “La gran aspiración de Rómulo era emigrar a Estados Unidos, pero sabía que sobre él todavía existían documentos que lo comprometían seriamente con el comunismo internacional (…) Fue por eso que el siguiente acto purificación que envió al mismo State Departament en 1953, fue uno de los más importantes documentos que llegó a escribir en toda su vida política.” Así presenta Sant Roz el texto del que se reproducen algunos fragmentos a continuación:

    DECLARACIÓN DE RÓMULO BETANCOURT

    A los 20 años, siendo estudiante de Leyes en la Universidad Central de Venezuela, me inicié en la lucha contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. NO TENÍA ENTONCES NINGUNA IDEOLOGÍA POLÍTICA DEFINIDA, SINO PATRIÓTICA AMBICIÓN DE QUE MI PAÍS VIVIERA CON LIBERTADES Y CON DIGNIDAD. Me encarcelaron y luego salí fugitivo de Venezuela, sin pasaporte. Me refugié en Curazao. Allí me suministró un cónsul amigo un pasaporte bajo el nombre de Carlos Luis Eizaguirre, porque los consulados de Venezuela tenían orden de no suministrarles documentación a los enemigos de la dictadura. Con ese pasaporte viajé a Haití, Santo Domingo y Puerto Rico. De esa isla me devolvieron a Santo Domingo las autoridades de Inmigración, informadas seguramente de que mi documentación no era correcta. Viví cerca de un año en Santo Domingo, y luego en Trinidad, Costa Rica, Colombia y Perú.

    Regresé a Costa Rica en 1931. En este país, comencé estudios en la Escuela de Derecho. Era el momento de auge de las ideas comunistas en muchos países, incluido Estados Unidos. RESULTA EXPLICABLE QUE LA DESESPERACIÓN DE QUIEN VEÍA EN SU PAÍS INSTALADO UN DESPOTISMO IMPLACABLE Y LA ATRACCIÓN QUE ENTONCES EJERCÍA RUSIA SOBRE EL MUNDO, LO CONDUJERA A DEPOSITAR ESPERANZAS EN LA EXPERIENCIA SOVIÉTICA. Pero el grupo de estudiantes y obreros que se organizó en Costa Rica, bajo el nombre de “Bloque Obrero y Campesino”, tuvo caracteres muy particulares.

    Fue un grupo desvinculado entonces, totalmente, de todo contacto con la Internacional y Moscú. MIENTRAS ESTUVE COOPERANDO CON ÉL, NUNCA SUPE DE CONTACTOS SUYOS CON AGENTES DEL KOMINTERN***.

    EN 1936, AL REGRESAR A VENEZUELA, HABÍA ROTO YA TODA RELACIÓN CON LOS COMUNISTAS, y fui de los organizadores y luego principal dirigente del Partido ORVE (Organización Venezolana). Un partido de ideas democráticas, empeñado en la reforma política y social, sin vinculaciones ideológicas con los grupos comunistas del país.

    (…) Regresé a Venezuela en 1941. En declaraciones formuladas al diario Ahora; de Caracas (20, de marzo, 1941) dije, entre otras cosas, lo siguiente: “En cambio me interesa mucho ratificar lo que siempre he dicho: QUE NO SOY COMUNISTA”. El sector de Venezolanos que como comunista se ha organizado en un grupo político de tal índole, afiliado a la III Internacional, lo dice así en el número 3 de su periódico clandestino EL Martillo (junio de 1938): “RÓMULO BETANCOURT NO ES COMUNISTA Y NO HA MILITADO NUNCA EN SUS FILAS”. No me limitaré sin embargo, a rechazar una etiqueta política caprichosamente endosada a mí, como casi la totalidad de los dirigentes políticos de la oposición. Agrego que considero innecesario un Partido Comunista en Venezuela. Venezuela está urgida de una profunda transformación renovadora de su organización política, económica y social,  la cual, para que tenga validez histórica y garantía de permanencia, necesita ser encauzada por un gran partido democrático.

    En abril de 1948, concurrí a Bogotá, como presidente de la Delegación de Venezuela a la IX Conferencia Interamericana. Mi actuación en ella es bien conocida. APOYÉ LA RESOLUCIÓN ANTICOMUNISTA, sustentando la tesis, que en definitiva prevaleció, de que debía condenarse también “toda forma de totalitarismo”. En discurso pronunciado el 24 de abril de 1948, en reunión plenaria de los jefes de delegaciones, dije lo siguiente, pidiendo que mis palabras fueran insertadas en el texto del acta:

    El gobierno de Venezuela considera que los grupos comunistas, al servicio de la política exterior expansionista  de una potencia bien conocida,
    realizan actividades ante las cuales deben mantenerse  alertas quienes desean paz, justicia y democracia en el continente. Consecuente con ese criterio, el Gobierno de Venezuela y las fuerzas políticas que lo apoyan, no han mantenido jamás entendimiento ni alianza de ninguna clase con las corrientes políticas comunistas. Comprendemos que tenemos una responsabilidad muy especial dentro del hemisferio, PORQUE DEL SUB-SUELO DE NUESTRO PAÍS FLUYE DIARIAMENTE UN MILLÓN DE BARRILES DE PETRÓLEO, QUE SON INDISPENSABLES PARA LA RECONSTRUCCIÓN DE EUROPA Y LA SEGURIDAD DE AMÉRICA.