Artículos archivados en 31 octubre 2010

  • Las líneas de Chávez: «¡Por siempre Néstor! ¡Fuerza Cristina!»

    Señores, / soy poco acostumbrado a llorar / y cuando sucede, / me llora hasta el pelo y la camisa. / No es mi deseo dar pie / para que los ríos guarden un minuto / de silencio por mi tristeza”. Así dice el conmovedor poema Manifiesto de Víctor Valera Mora que hoy, cuando el dolor me desgarra, se convierte en una confesión.

    Una confesión que expresa el infinito pesar que llevo en el alma y en el corazón desde que recibí la infausta nueva de la desaparición física de ese grande llamado Néstor Kirchner: mi compañero, mi amigo, mi hermano.

    Por primera vez en estos años, en este ir y venir entre Venezuela y Argentina, entre Argentina y Venezuela, llegamos a Buenos Aires el jueves 28 de octubre con el llanto del Caribe y con el llanto del Orinoco que no quisieron guardar ni un minuto, ni siquiera un segundo de silencio por la tristeza que nos embarga: por el dolor mayor que compartimos plenamente con el gran pueblo argentino ante la pérdida de este justo, de este valiente.

    II

    Cómo se parece la vida de Néstor, quiero reiterarlo, al título de aquel extraordinario libro del gran escritor argentino Eduardo Mallea: Historia de una pasión argentina. Y eso fue Néstor: una pasión ejemplar por la Patria y por el pueblo, en especial por la causa de los humildes, de los excluidos. Una pasión genuinamente peronista.

    Hay un antes y un después de Néstor en la historia argentina contemporánea: un antes y un después que se define, como bien dice la escritora argentina Sandra Russo, por el regreso triunfante y orgulloso de la política, de la gran política. Se puso en marcha una dinámica de repolitización de la sociedad toda, especialmente de la juventud, que hoy está dando sus frutos.

    “El Resucitador” lo he llamado y estoy convencido de que no exagero. La Argentina golpeada y fundida por la larga noche neoliberal, se levantó como un gigantesco Lázaro colectivo con el liderazgo de este hombre que había surgido de las gargantas profundas de su pueblo y de su inmenso territorio para hacer posible este maravilloso milagro colectivo.

    La Argentina volvió a tener un proyecto real y verdaderamente nacional y popular desde 2003: volvió a tener un Estado digno de tal nombre y una política económica propia. Por primera vez en mucho tiempo los movimientos sociales contaron con un Gobierno interlocutor y aliado en la Casa Rosada.

    Igualmente, hay que destacar el coraje con el que le puso fin a la impunidad: los derechos humanos tuvieron en él a su más activo y resuelto defensor.

    Cuánta razón tiene el gran poeta y periodista argentino Juan Gelman: “Actuaba sin miedo y fue un gobernante como hace decenios el país no tuvo. Fue el que necesitábamos”.

    Néstor no llegó a la Presidencia de la República Argentina: nos lo trajo, en el momento y en el lugar indicado, la fuerza telúrica del pueblo argentino y la historia inmensa de la Patria Grande.
    Cómo no recordar que en el año 2003, con la asunción de Lula primero, y a continuación con la de Néstor, se acabó la soledad en la que resistíamos en la América del Sur. Tras derrotar dos golpes de Estado, la Revolución Bolivariana ya no estaba sola: la fuerza histórica de los pueblos comenzaba a darle forma al cambio de época.

    III

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