Artículos archivados en 9 agosto 2010

  • Comandante en Jefe Fidel Castro: lo que se esta haciendo en Venezuela es absolutamente correcto

    Entrevista concedida por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, a los compatriotas periodistas venezolanos: Vanessa Davies, Andrés Izarra, Walter Martínez y Mario Silva, el 8 de agosto de 2010.

    Vanessa Davies.— Saludamos al pueblo de Venezuela, al pueblo de Cuba y al pueblo de América Latina que nos va a acompañar a partir de este momento.

    El Comandante Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana y líder continental ha hecho algunas reflexiones y algunas advertencias sobre la posibilidad de un holocausto nuclear. Hoy tendremos la oportunidad de compartir sus planteamientos y sus propuestas.

    Esta va a ser una conversación a varias manos, porque también estarán presentes, estarán participando: Andrés Izarra, presidente de Telesur; Walter Martínez, productor, moderador, conductor del programa Dossier, trasmitido por Telesur y por Venezolana de Televisión, y Mario Silva, también productor, moderador, conductor del programa La Hojilla, trasmitido por Venezolana de Televisión.

    Comandante, muchísimas gracias por la invitación y por esta oportunidad.

    Comandante, usted ayer planteaba en la sesión especial del Parlamento cubano que usted quería persuadir al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para que no diera la orden que daría el inicio, daría el pie a una guerra nuclear. ¿Por qué usted piensa que Barack Obama escucharía la voz de un líder latinoamericano para evitar un conflicto mundial?

    Fidel Castro.—Yo no hablé como un líder latinoamericano, hablé como un representante de nuestro país que ha estado insistiendo en ese problema, y, sobre todo, que ha estado meditando mucho, mucho, mucho sobre ese problema, algo que quizás mi situación de persona que ha estado luchando por la salud ha tenido oportunidad de hacer, pues es muy difícil que alguien, un presidente en funciones, un líder de cualquier país en funciones, que debe atender tantas cosas, pueda dedicar el tiempo que yo he dedicado a pensar en este problema. En muchos problemas he pensado, desde luego, pero este es el problema que tiene la máxima prioridad.

    Como expliqué en el mensaje a la Asamblea, esto surgió hace un mes y un día o dos, la gran preocupación; pero inicialmente era un poco más pesimista. A pesar de todo, pensaba que debía hacerse un esfuerzo si existía alguna posibilidad de supervivencia, y yo creía que la habría, especialmente en América Latina y el Caribe, que no amenazan a nadie, no poseen armas nucleares ni se supone que haya proyectiles apuntando hacia Rusia o hacia China. Tiene algunas bases, bueno, allí está una base cerca de Venezuela, la de los holandeses, ¿no? La de Colombia tiene aviones, no tiene armas nucleares, no hay un portaaviones parqueado allí, cuando vaya a Cartagena un portaaviones, puede correr un riesgo; pero creo que tiene que ser una casualidad, en primer lugar, y siempre habrá otros objetivos prioritarios, en el caso hipotético, que yo veo muy real, desde luego, de guerra nuclear.

    No creo que haya otra zona del mundo con las mismas condiciones de poca peligrosidad como potencial agresor que esta región del mundo.

    Vanessa Davies.—Usted plantea que era menos optimista hace una semana y que ahora es más optimista ante la posibilidad de que Obama no dé la orden, ¿por qué?

    Fidel Castro.—Sí, correcto, y yo te agradezco mucho que me interrumpas cada vez que quieras.

    Vanessa Davies.—Gracias.

    Fidel Castro.—Sí, era más pesimista. Después seguí pensando y llegué a una conclusión que, a mi juicio, es muy buena, es todo lo contrario: vi la posibilidad de que se salvara la paz, que se evitara la guerra nuclear, además, que es lo más importante, tú puedes ayudar a salvar la paz hoy, aunque dentro de un mes vuelva el peligro de guerra.

    Yo dije, ¿cuáles son los mecanismos mediante los cuales se desata esta guerra nuclear? Entonces es cuando comprendí que tiene que pasar por la decisión de un hombre, cuyo poder es muy relativo por muchas razones.

    Hay un enorme aparato militar sin el cual no puede existir el imperio, ese aparato militar ha ido cambiando, allí y en Rusia; en un momento dado, hace decenas de años y durante bastante tiempo, existía ya ese famoso maletín nuclear. Uno tiene derecho a preguntarse, bueno, ¿y para qué sirve ahora ese maletín? Se supone que el hombre razona bien, es perfecto, es brillante, es inteligente, no enloqueció, no bebió, es un hombre austero, consagrado por entero, que anda con su maletín listo para lanzar una bombita, otra, una respuesta aquí y así.

    Eso fue en un tiempo, y realmente no fue bien aprovechado, por poco se equivoca en los días de la Crisis de Octubre sobre todo, porque hay, desde luego, en las circunstancias de Cuba una experiencia. No es un grupo de aficionados que empiezan a hablar de problemas nucleares, sino hablamos desde un país que estuvo a punto de ser blanco de no se sabe cuántas armas nucleares, y estuvimos resignados, sin que por ello pretendiéramos ser más valientes que otros. Sencillamente era un sentimiento patriótico, un sentimiento de dignidad nacional, fortalecido por una idea revolucionaria, por una lucha dura, en la cual habíamos puesto todas nuestras energías, en una situación de la que fue muy consciente, no queríamos tales proyectiles aquí, nunca lo habríamos deseado, porque preferíamos mantener nuestra imagen de país que no era base militar de nadie, y porque estimábamos que no hacía falta para que se nos ofreciera una garantía, y suscribimos aquel acuerdo únicamente por espíritu internacionalista.

    No desearía tener que repetir la historia de cómo se llegó a aquella situación; pero por aquellos días tampoco Israel era potencia nuclear, eran potencias nucleares Gran Bretaña y Francia, aliadas de Estados Unidos, y la URSS —la República Popular China ni siquiera estaba reconocida en Naciones Unidas—, y entre aquellas potencias había una rivalidad muy grande, nacida de las dos bombas que en días infaustos, que se corresponden con fechas muy recientes, el día 6 nada menos, lanzaron la primera bomba nuclear sobre Hiroshima, y había una terrible competencia aérea, un área en la que tenía completa superioridad Estados Unidos; coheterilmente ocupaba un segundo lugar, en ella tenían superioridad los rusos; el arma nuclear se volvió arma termonuclear, que multiplicó su potencial destructivo.

    Cuando ingleses y franceses apoyando a Israel atacaron a Egipto, bajo la dirección de Nasser que nacionalizó Suez, los británicos y los franceses que habían sido los dueños de todo aquel territorio en la época colonial, no admitían eso. Francia había tenido nada más que el Líbano; Reino Unido, o Gran Bretaña, como quieran llamarla, tenía todo lo demás, incluido Iraq. Ustedes saben, bueno, la historia se conoce, cómo los romanos expulsaron a los judíos, como les llamaban, y estuvieron 2 000 años, como consecuencia de las propias demandas, entre ellas de Rusia, y una serie de factores históricos, estaban buscando un hogar; pero en 2 000 años allí se había establecido otra población, que incluso estaba desde antes.

    Bueno, la población que hay en nuestro país, desgraciadamente, no es la indígena, es la española, que se estableció hace 500 años.

    Vanessa Davies.—Comandante, pero no nos ha dicho por qué es optimista ahora con respecto a Estados Unidos, a la posibilidad de que no se dé la orden para una bomba nuclear.

    Fidel Castro.—Ah, muy bien, tienes razón, Vanessa, me alegro mucho que me interrumpas.

    Fíjate, soy optimista por el mecanismo que te expliqué, trataba de explicarte que finalmente un hombre tiene que tomar la decisión, y ese hombre no es un Nixon, que era cínico; no es un ignorante terrible, como era Reagan; no es un imbécil loco, como es el señor Bush; no es un hipócrita consumado, como el padre de este caballero —yo podría citarlos a casi todos. Tampoco era, desde luego, un Roosevelt, ni era un Carter, dos hombres muy diferentes; pero en este caso uno mejor que los dos, en un sentido, ¡en un sentido!, no te voy a hablar de un sentido ético, sino vamos a llamarlo un caso de excepción, un hombre negro que llega a la presidencia de Estados Unidos, algo nunca visto ni previsto; siempre se consideró que tenía que ser un blanco inteligente, los otros eran descendientes de esclavos, eran africanos, además tenían otras religiones. Tenía que ser blanco y cristiano, sin excepción; bueno, Obama es cristiano, pero de origen africano, de padre musulmán, de un pueblo que es musulmán.

    Digo: Se han reunido una serie de características en este hombre: es de origen negro y es de padres musulmanes, y ha llegado a la presidencia de Estados Unidos como consecuencia de una crisis económica colosal, de una guerra estúpida, en que no hacen más que llevar cadáveres de Iraq, muchos. Ya se sabe cómo fue aquella guerra, como se decidió, las mentiras, el hombre aquel en el portaaviones hablando de «misión cumplida». Todo eso lo conoce el mundo. En virtud de todos esos factores, incluida la tremenda crisis económica, llega a la presidencia Obama. Si llega a estar otro, la variante probable era la primera que yo concebí, pero al dar la casualidad de que estuviera éste, dije: la variante más probable es que sea la segunda.

    Porque ahora yo pensaba —me refiero al maletín nuclear—: ¿Para qué sirve el maletín nuclear? El maletín nuclear está de más, el hombre puede tomar la primera decisión, nadie la podría tomar por él, y es él el que la tiene que tomar; pero se trata de un hombre que, indiscutiblemente, no es un asesino, no es un individuo que esté deseándoles el mal a los demás; es político, estudió, tiene una cultura, es un excelente orador, contó con mucha simpatía —la está perdiendo ahora—, hoy ascendía a 44% el apoyo de la opinión pública, está ahí y es el que tendría que apretar el gatillo.

    Vanessa Davies.—¿Puede ese hombre imponerse a los intereses del aparato industrial-militar, Comandante, que quiere que haya guerra?

    Fidel Castro.—Ahora me adelanto yo, Vanessa, no necesita imponerse, tiene esa prerrogativa en la mano… Nadie puede apretar el gatillo por su cuenta, y él es el que tiene el dedo en ese gatillo, por una vez; entonces está obligado a pensar muy seriamente qué hace, porque no es un asesino ni mucho menos. Y hay síntomas evidentes que empiezan a percibirse por parte de sus asesores. Él todavía no se ha dado cuenta de eso, pero uno lo conoce, yo leí el libro Los sueños de mi padre, escrito por él, de cabo a rabo, lo subrayé, volví a verlo, porque quería saber cómo era ese hombre; no había entonces ninguno de estos problemas, pero era un adversario y quería saber cómo era el adversario, lo estudié bien, hasta donde uno puede estudiar a una persona, y no tenía ninguna de esas características que lo convirtieran en un asesino, un tipo que experimentara placer, una especie de Nerón.

    Las actuales circunstancias obligan a un hombre como Obama a convertirse en un Nerón, que le prende fuego a Roma, la pone a arder; él tendría que poner al mundo a arder, tendría que decidir, en primer lugar, la muerte de cientos de millones de personas; ¡son más!, pero yo dije cientos para no parecer exagerado. Y, además, la primera consecuencia de su orden es que mueren todos los tripulantes de los portaaviones y hunden los barcos de Estados Unidos en la zona, los submarinos los van a hundir pero no van a tener quien los rescate, o los lleve o los recoja cuando salgan a la superficie.

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