Fidel Ernesto Vásquez I

10.Dic.2011 / 11:08 pm

«Bienvenida, compañera presidenta», reza uno de los cientos de panfletos que ahora cubren el asfalto a los alrededores del Congreso Nacional donde este sábado, por primera vez en la historia de Argentina, la Jefatura de Estado fue asumida en un segundo período consecutivo por una mujer: Cristina Fernández.

En Plaza de Mayo sólo quedan los rastros que dejó la multitud de argentinos que participó en la gran Fiesta Patria Popular y durante todo el día gritó, cual barra de hinchas en un partido de fútbol, «¡Fuerza Cristina!» y otros vítores a flor de garganta.

En las tarimas se presentaron artistas locales como Ignacio Copani, Víctor Heredia, Iván Noble y Charly García, en la noche, pasada la fiesta, eran apenas armatostes de metal que se alzan cercana a la Casa Rosada, el lugar cuya silla principal será ocupada por Cristina otros cuatro años más.

 En este momento, cuando ya cesaron los discursos, los actos protocolares y las juramentaciones de gabinete, la gente regresa a sus casas con esperanzas renovadas mientras Cristina va camino a su residencia en Olivos con el compromiso de construir «una Argentina más justa, más equitativa y más solidaria».

 Sin vuelta atrás

 «Compañera presidenta» no sólo es un ademán en los fuegos de la militancia. También un reconocimiento a Fernández como la mujer que siempre estuvo al lado del fallecido Néstor Kirchner, el ex mandatario argentino que en 2003 tomó las riendas de una nación endeudada y golpeada por las políticas neoliberales para transformarla en una de las economías más pujantes de la región.

 Para los argentinos, Néstor y Cristina son un referente indivisible, un binomio inevitable, aún en la ausencia física de él. Por eso, sus rostros aparecían juntos en los afiches y banderas que, desde tempranas horas de la mañana, se exhibían frente al Parlamento.

 Cientos de jóvenes de La Cámpora provenientes de todo el país eran los más visibles entre la multitud especialmente por el sonido de tambores que acompañaba sus voces mientras cantaban fragmentos de la marcha peronista.

 Entre ellos estaba Laura Betrán, una chica menuda vestida con jeans y camiseta que, recostada de una de las barandas a los costados de la vía por donde pasaría la presidenta reelecta, aseguró que «en este país hay más que un modelo de gobierno, lo que tenemos es un gran proyecto».

 «Las expectativas que tenemos son muchísimas y te puedo decir lo que inició en 2003 no hay forma de pararlo. Aunque Néstor ya no está físicamente, detrás de Cristina está todo un pueblo acompañándola».

 Y es que si algo ocurrió desde la llegada de Kirchner al poder y el primer período de Fernández «fue que la juventud se fortaleció de manera exponencial y asumimos que teníamos que participar, estar al frente», afirmó César Mancilla, justo cuando usaba la tela de su bandera para taparse del sol veraniego.

 «Estamos contentos porque sabemos que formamos parte de algo que es grande y que no tiene vuelta atrás. En estos años se hicieron muchas cosas buenas por la gente que ya no van a poder sacársele».

 Tanta seguridad sienten los muchachos que justo después de la ceremonia de reasunción, varios de ellos burlaron el protocolo y saludaron de cerca a la mandataria mientras recorría en su auto las catorce cuadras que separan al Congreso de la Casa Rosada.

 Avanti morocha

 Después de las fotos oficiales y demás rigores propios de un acto de investidura, Cristina prescindió de la «tradicional» cena de gala y en cambio subió al escenario dispuesto frente a la sede de Gobierno para entonar el Himno Nacional junto su pueblo y Charly García.

 Acompañada de sus hijos Máximo y Florencia, Fernández saludó especialmente a los jóvenes quienes «se convocan a la plaza a festejar con alegría» a diferencia de otros tiempos cuando «levantábamos la manos para oponernos a la dictadura».

 «Quiero agradecer a todos los jóvenes de todas las agrupaciones y movimientos sociales que han sido la verdadera vanguardia de este gobierno en sus momentos más difíciles», fueron las palabras de la Presidenta ante la militancia que la esperó con júbilo durante todo el día sin que importara siquiera el intenso calor.

 «Estoy convencida que tenemos que dar vuelta la página de la historia para terminar con la confrontación y los desencuentros para siempre».

 Antes de bajar del podio, por los parlantes ubicados en los costados de la plaza sonó «Avanti morocha», tema de Iván Noble que centró la campaña presidencial de Cristina Fernández, la mujer que no sólo repite en la Rosada sino que lo hace con un apoyo histórico e inédito en su país de 54%.

 Tal como lo dijo en el discurso de toma de posesión, Fernández insistió en que el principal reto de su nueva administración será mantener la senda de crecimiento económico y productivo sin exclusión social. De lo contrario, juró que serán «Dios, la patria y él», quienes se lo demanden.