Artículos archivados en 3 enero 2011

  • Honduras: A 18 meses del Golpe, una lección para no olvidar

    Por Ollantay Itzamná | Abya Ayala

     

    Honduras es el segundo país centroamericano más grande en territorio. Cuenta con las mayores reservas de agua dulce en la región. Tiene unas envidiables y paradisíacas playas e islas caribeñas. Sus bosques montañosos, productoras de madera y agua, son codiciados por propios y extraños. Sus manglares lo convierten en una potencia regional en la exportación de camarones. Durante la Colonia, aportó a la Corona española con cerca del 5% del total de las extracciones mineras del nuevo continente. Pero, casi dos siglos después de su “independencia”, esta tierra fértil y de gente querendona, se encuentra peor que cuando arribaron los españoles. Un país sin paz, ni pan, ni identidad. Un país en la bancarrota económica. ¿Qué pasó?

    En Europa o Norteamérica, los juicios simplistas de las y los satisfechos con los camarones y el café hondureño, dicen: “Honduras es así porque su gente es ociosa y corrupta” ¡No! La hondureña de tierra adentro se levanta a las 4:00 am para preparar los alimentos para quienes marchan, machete en mano, a cultivar la tierra o cuidar los ganados. No hablamos de minorías. El 56% de la población nacional es rural. Es impresionante ver, en estos tiempos de corte (cosecha) de café, familias enteras, como hormigas, persiguiendo las hileras en los cafetales, incluso los domingos. Por lo general, el o la hondureña no roba, se deja robar.

    Honduras, en buena medida, es la ceniza que ha dejado el desarrollismo de los países enriquecidos económicamente y empobrecidos moralmente, en complicidad con las apátridas élites del país. Honduras cumplió y cumple todos los servicios más sucios en la contienda económica y política de los países ricos.

    A principios del siglo pasado EEUU lo convirtió en una república bananera. Luego sirvió y sirve de porta tropas gringas (actualmente existen tres bases militares extranjeras en Honduras), antes, para persuadir al fantasma del comunismo, ahora, para intimidar a la democracia participativa e insubordinada que emerge desde Sudamérica. Desde las últimas décadas del pasado siglo, las multinacionales hicieron de Honduras un país maquila (anularon así lo que de dignidad nacional quedaba, y sepultaron los derechos socio laborales) Y, como esta cenicienta aún servía, entonces, la convirtieron, sin más, en la mula del continente para cargar la droga que las y los frenéticos cocainómanos demandan desde el norte.

    Pero, la peor desgracia le llegaría a Honduras el 28 de junio del 2009. No tanto porque se haya quebrado la casi inexistente democracia o paz social, sostenida por el formalismo político y jurídico, sino por las consecuencias nacionales e internacionales de esta pulseta de las élites rústicas. Élites ancladas en el bipartidismo político militar, y legitimadas por jerarcas católicos y evangélicos, prostituyeron prostituyen a Honduras hasta convertirla, ahora, en una paria internacional.

    Mientras el resto de los países de Latinoamérica se entusiasman en celebrar su bicentenario, Honduras, recluida en la soledad internacional, no tiene nada que celebrar. Más por el contrario, su existencia como Estado y nación están en entredicho.

    ¿Cuáles son las consecuencias más crudas en el país, a 18 meses del golpe de Estado? 

    Un pueblo sin derechos, ni garantías

    Todos los informes nacionales e internacionales coinciden que en Honduras la gente que está en contra del golpe de Estado y a favor de la democracia participativa sencillamente no tiene derecho a tener derechos. La UNAH, en el 2009, informaba 14 homicidios diarios (22 muertes violentas diarias). En el 2010 los asesinatos violentos registrados sobrepasaron 16 muertes diarios. ¡Ni en los países en guerra declarada se asesinan tantas vidas! Muchas de estas víctimas son dirigentes o integrantes del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), asesinados de forma selectiva.

    Como en las épocas de la Colonia, 35 campesinos fueron asesinados por patrones terratenientes, a vista y paciencia de las autoridades. En San Pedro Sula, con intervalo de semanas, fueron masacrados 17 jóvenes en una zapatería y otros 14 en una cancha de fútbol con ametralladoras AK 34. Pero, como el negocio de las armas es monopolio legal de las FFAA., se espera que la amnesia colectiva y “la confianza en el juicio divino” tranquilicen la inexistente conciencia nacional.

    Lo más indignante es que la Policía Nacional y la Fiscalía reducen sus hipótesis investigativas a simplismos de: “muertes causadas por arreglo de cuentas”. Así, nadie investiga nada. Nadie va a la cárcel. ¡Ningún implicado en el golpe de Estado ha sido procesado!

    Si las almas del ejército creciente de asesinados/as, en estos 18 meses de golpe de Estado, deambulan por las calles y montes de Honduras clamando justicia, igual o peor suerte corren cercan de doscientos hondureños/as perseguidos/expatriados en tierras extranjeras.

    Las organizaciones e instituciones que exigen el respeto mínimo a los derechos humanos son criminalizadas y hostigadas con la Ley Antiterrorista, aprobada hace unos meses atrás por el Congreso Nacional.

    La o­nU, a finales del pasado año, en Suiza, entregó al gobierno hondureño 129 recomendaciones para el restablecimiento de los derechos humanos en el país. Pero, como no es el gobierno quien manda en Honduras, el capricho y la prepotencia continúan imponiéndose en estas tierras.

    Un pueblo desamparado, sin Estado

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