Fidel Ernesto Vásquez I.

9.Dic.2010 / 01:52 pm

Librada el 10 de diciembre de 1859, la batalla de Santa Inés representa una de las acciones militares más importantes de la Guerra Federal, en la cual triunfaron los federalistas al mando del general Ezequiel Zamora.

En la Batalla de Santa Inés se habla de 3.000 hombres, que salían voluntariamente de las selvas y atravesaban grandes distancias para llevar a Zamora bastimentos y pertrechos. Negros se le incorporaban con espontaneidad, armados de tercerolas, fusiles y carabinas. Llaneros listos para enfrentar lo que viniese, pues el furor y la convicción hacia la causa federalista zamorana estaban ya bien grabados como misión y acción de este ejército popular.

la revista Memorias de Venezuela, en su edición Nº11, destaca que desde el momento de su confección y preparación, efectuada por el General Ezequiel Zamora, la construcción de los teatros de operaciones (trincheras) hasta el desenvolvimiento en el campo de batalla, en el cual se libró una verdadera hazaña militar por parte de campesinos de escasa preparación en las artes de la guerra, contra un ejército bien equipado, tenía como objetivo generar un gran desgaste a las fuerzas de la oligarquía en sólo casi tres días de enfrentamientos ininterrumpidos.

El plan de la Batalla de Santa Inés consistía en un movimiento retrogrado clásico, que atraía al enemigo hasta el lugar deseado para aniquilarlo. Dicho plan sería ejecutado por medio de avanzadas y contraataques.

Las avanzadas, además de canalizar las fuerzas del atacante, cumplían con el objetivo de causar el mayor desgaste posible por medio del enfrentamiento con el ejército zamorano situado en tres puntos medianamente distantes: el caserío La Palma, el Trapiche y la Encrucijada, posiciones defensivas
atrincheradas.

Luego de esta primera resistencia, las fuerzas federales abandonarían las posiciones iniciales para replegarse a las próximas haciendo creer al enemigo que iban de retirada.

En la última posición (Santa Inés) era en donde los atacantes recibirían la descarga del máximo poder de combate de la reserva e incrementada por las fuerzas que se habían replegado hasta dicha posición.

Santa Inés era un teatro colosal. Contó con la posibilidad, dada la distribución de sus espacios, de la construcción de trincheras, las cuales tenían, justamente para proveer de mejores resultados al ataque, con una estructura específica.

 

Mientras tanto, el ejército centralista y sus soldados señoreaban los poblados con sus tropas regulares, y los liberales se esparcían por las selvas, dominaban las serranías y los llanos, y sublevaban a las masas populares. De manera que, al momento de enfrentarse con el movimiento del General del Pueblo Soberano, en principio no lo lograron identificar, cayendo en la trampa: “pisaron el peine”, dijo del mismo Ezequiel Zamora, lo cual los hizo caminar en dirección a una masacre inminente.

De cada lado de esta fortificación (la primera trinchera ubicada en la salida del pueblo, llamada El Palito), había otra sobre un terreno deleznable llamada tembladales. De esta manera, eran invisibles al ojo enemigo y ganaban espacio y tiempo para huir y replegarse en su acción retardatriz. La impresionante construcción de estas zanjas contaba también con unas de menor consistencia, que se comunicaban entre sí y con las grandes.

La confección y distribución de estas trincheras permitían una combinación de fuegos que acorralaba a los centralistas, ocasionando bajas irreparables. Sin embargo, no se trataba de abatirlos en los dos primeros puntos, sino llevarlos a Santa Inés, lugar dispuesto para fulminarlos.

Del enfrentamiento en Santa Inés existen vastas descripciones detalladas de la sordidez de la batalla y de cómo las condiciones geográficas fueron adversas a las tropas inexpertas en el monte:

“Oficiales y soldados con las piernas quebradas, apenas si podían arrastrarse por los barrizales para abrigarse a orillas del camino. Otros se abrazaban con los árboles, para no caer precipitados en los tembladores…”.

De estos testimonios se puede encontrar un sinnúmero, más o menos detallados, que relatan la traumática experiencia de un ejército en un escenario que les fue hostil, enfrentados además con gente que hacía de este medio su arma principal.

El elemento geográfico en la Guerra Federal y su
influencia decisiva en la contienda de Santa Inés es una prueba contundente de la significación del elemento geográfico en la historia que, unido a la acción de hombres y mujeres identificados con una causa justa y libertaria, hicieron uso táctico y estratégico de una sabiduría oriunda para vencer al enemigo, aun cuando las armas, las municiones y los alimentos escaseaban.