Fidel Ernesto Vásquez I.

6.Dic.2010 / 08:30 am

Las lluvias y lloviznas son persistentes. Nueva Tacagua se está viniendo abajo desde hace dos semanas y es considerada zona de alto riesgo.

Para que la gente no vuelva al peligro será necesario acabar definitivamente con esta urbanización herencia de la Cuarta República, aseguró el diputado electo a la Asamblea Nacional, Freddy Bernal.

Para salvar las vidas de sus habitantes fue necesario conectar un puente aéreo entre Nueva Tacagua, Plan de Manzano y Fuerte Tiuna este domingo, formado por seis helicópteros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que iban desalojando durante todo el día a más de 210 personas, mientras las condiciones climatológicas lo permitieron.

Si se cuentan las 23 personas que se evacuaron el viernes entre personas con discapacidad, ancianos, enfermos y algunos niños, la cifra supera las 230, de un total de 350 que se calculan que habitaban el lugar.

El comandante general de la GNB, Luis Mota Domínguez, dijo que las personas estaban siendo trasladadas hacia los patios de las academias militares del Ejército y de la GNB para luego ser llevadas vía terrestre al Instituto de Tecnología Venezolana para el Petróleo (Intevep), ubicado en los Teques, donde Petróleos de Venezuela (Pvdsa) preparó refugios cómodos para recibir a los afectados.

 

La comunicación vía terrestre en Nueva Tacagua está totalmente interrumpida, algunos vecinos hacen esfuerzos para remover el barro y los escombros de la vía que llega a la primera terraza, pero los terrenos siguen cediendo. Para poder acceder a los otros edificios es necesario utilizar una larga guaya, instalada de emergencia por los bomberos, en la que se pueden sujetar las personas para poder bajar e ir superando las trochas de barro y grandes rocas calizas que todavía permanecen firmes.

Efectivos de bomberos, la GNB y de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) iban terraza por terraza para convencer a la gente que saliera, con las pocas pertenencias que pudieran llevar. “En cualquier momento esto se puede caer señoras y señores, no sabemos cuándo, si mañana o dentro de un año, pero es necesario sacar a toda la gente de esta zona”, perifoneaba con voz ronca el diputado electo a la Asamblea Nacional, Freddy Bernal.

EL APEGO A LO SUYO

Vilmari no pudo contenerse ante la sorpresa de su compañero de vida, empezó a trancársele el pecho y no podía respirar antes de abordar el helicóptero. Tuvo que ser atendida por el cuerpo médico de los bomberos y esperar otro vuelo de los 20 que realizaron los helicópteros de la GNB. No quería dejar sus corotos en la casa de la cultura donde se estaban almacenando las cosas.

Unos jóvenes analizaban como resguardar los ocho máquinas de coser y bordar que habían adquirido con esfuerzo. Formaron una cooperativa con un préstamos que les había otorgado el Gobierno Bolivariano y ahora no las podías mover, porque la zona está incomunicada vía terrestre.

“Este es el principal problema que tenemos, llevamos tres días convenciendo a la gente para que desalojen el lugar, pero ha sido difícil”, comentó el Director Nacional de la Policía Nacional Bolivariana, Comisario Luis Fernández.

Muchas familias todavía se resisten a abandonar sus pertenencias. “Se trata del esfuerzo de toda una vida que se nos esfuma en un momento. Es muy duro para nosotros lo que está pasando”, respondió la señora Inés Aguirre al teniente Santiago Chirinos, mientras el oficial trataba de convencerla de que partiera con su hijo de 22 años.

Repentinamente un nuevo deslizamiento de tierra se produjo muy cerca. “La tierra está avisando y nosotros estamos amarrados a las cosas materiales. Es su decisión, pero pienso en esos niños, hay que elegir entre la vida de las personas y los bienes”, insistía el inspector Muñoz de la PNB ante un grupo de habitantes que expresaba su incertidumbre ante el hecho de abandonar sus muebles y enseres.

Una terraza más abajo, igual posición mantenía Mari Reyes, no quería dejar sus cosas, aunque llenaba apresuradamente una lista con los datos de las personas que todavía permanecían en la terraza kk. “Nueva Tacagua se decretó inhabitable hace nueve años y mire todavía estamos aquí. Aunque los bloques está medio destruidos, la personas volvieron y se instalaron”, aseguró Reyes.

HERENCIA DE LA CUARTA

Nueva Tacagua es una de las tantas nefastas herencias de la Cuarta República. Nació a la sombra de las barracas de damnificados de los años setenta. El Instituto Nacional de la Vivienda (Inavi) comenzó a construirla en 1974 en el Gobierno de Carlos Andrés Pérez y a partir de 1976, Diego Arria, siendo gobernador, comenzó a pasar a la gente de las barracas a los apartamentos.

En el año 1987, ya el Cuerpo De Bomberos del Distrito Capital había dictaminado que no era habitable, pero el Inavi seguía asignando apartamentos. “En 1991 el INAVI comenzó a realizar los contratos de compra y venta y la gente se aferró a este lugar”, contó Santana Correo que lleva cerca de treinta años en el lugar.

Se trataba de 20 terrazas, el sector la A y B fue mandado a dinamitar por el presidente Chávez para evitar que fuera repoblada, recordó Santana.

La zona C, que es la que se está desalojando, volvieron a ocuparla y antes de que sucediera una desgracia, las autoridades actuaron oportunamente.