Fidel Ernesto Vásquez I.

21.Nov.2010 / 12:30 pm

Por Freddy Bernal Rosales

El Comandante Presidente llamó a marchar hacia la conformación del Estado Comunal. De un Estado asentado en la representatividad, propio de la democracia burguesa, debemos avanzar hacia un Estado Comunal, en la que el pueblo ejerza la democracia directa y el poder soberano sin intermediarios, siendo decisor de las funciones ejecutivas, comunicacionales, contraloras y legisladoras que hegemonizan la sociedad en transición al socialismo. Ello supone un creativo proceso de superación de nuestra práctica política. No se trata de erradicar, a fuerza de voluntarismos o izquierdismo infantil, el añejo y colonial andamiaje burocrático que heredamos, sino de rehacer, partiendo esencialmente de la participación organizada, un Estado que se conecte gradualmente con los grandes retos de la Revolución.

¿Tiene sentido una disputa entre los Concejos Municipales y Juntas Parroquiales con los gobiernos parroquiales, inconexas ambas estructuras entre sí, y del proyecto comunal que debemos propulsar?

Las Juntas Parroquiales, fueron instituidas en 1988, con la Ley Orgánica de Régimen Municipal,  producto de los estertores de una IV República que se debatía en el callejón sin salida de la falta de participación en un sistema representativo que persistió, hasta el final, expropiando el ejercicio directo del poder por parte del pueblo, limitándola a un rito quinquenal. Bueno recordar que previo a ellas, existieron las Asociaciones de Vecinos y Juntas Comunales que convertidas en instrumentos de AD y COPEI mediatizaban las exigencias de las mayorías. En 2005, aprobamos la nueva Ley del Poder Municipal pero ni así hicimos posible el protagonismo popular. Cuando más, las Juntas Parroquiales son  oficinas locales de quejas que difícilmente sintonizan con los grandes retos del Ejecutivo Nacional, creando fricciones innecesarias con los diferentes niveles estatales y “obligando” a muchos alcaldes a crear estructuras propias, paralelas y/o auxiliares de su labor (“casas del poder popular”, “gobiernos parroquiales”, etc.). Esto no debe ser entendido como un ataque a la labor de muchos(as) compatriotas que, con abnegación, intentan, desde esos espacios, esfuerzos por llevar adelante la revolución. Yo mismo fui víctima de ese conflicto, en búsqueda, durante ocho años, de la salida adecuada. Lo que más aprendí en esos años, es que fueron las organizaciones del poder popular, desarrolladas en autonomía por el pueblo, las que más aportaron al fortalecimiento de la incipiente revolución. Los Comités de Tierra Urbana, los Comités de Salud y las Mesas Técnicas de Agua, son solo ejemplos reales de transformación y avance, con el poder popular orgánico, ante algunas deficiencias heredadas y excluyentes: falta de agua potable, mala atención a la salud y la desigual propiedad de la tierra urbana.

¿Porqué los gobiernos regionales y municipales no hemos asumido y promovido las Comunas como el espacio directo, prioritario y decisorio de su gestión? ¡Eso sería avanzar hacia el Estado Comunal!

¿Porqué hacerlo? Creo que es una obligación elemental atendiendo el llamado del Comandante Chávez. Cito: Una y otra vez lo he dicho: la realidad territorial venezolana debe ser transformada y, por eso, la necesidad de configurar una nueva geometría del poder que se convierta en el reordenamiento popular, comunal y socialista de la geopolítica de la Nación. Para eso se aprobó la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno, ante la que tanto han chillado los personeros de la contrarrevolución, que han captado -mejor que muchos de nosotros- la intención de desconcentrar el poder de la estructura estatal convencional para transferirlo a las organizaciones populares y, por supuesto, a las COMUNAS. Volviendo a las palabras del Presidente, (…) con esta ley debemos comenzar -en serio y en real, como solía decir García Bacca- el desmontaje de todo el corroído andamiaje colonial sobre el cual se levanta una organización territorial con la que se pretendió hacer trizas la unidad nacional. Tenemos entonces ya, en esta Ley, un nuevo recurso orgánico adecuado para tan difícil propósito.

Ahora, hacer efectiva esta ley -“en serio y en real”-, significa otorgarle el justo  papel a la COMUNA como espacio ideal para la transición y construcción del socialismo. Las Comunas pueden  resolver dificultades que genera un estado esclerótico e ineficiente, pero son mucho más que eso: significan la energía creadora del pueblo expresándose en toda su potencia y plenitud, en sus diversos ámbitos: productivo, organizativo, cultural, legislativo… Es la soberanía misma en movimiento permanente, arrollando concepciones, prácticas, instituciones y leyes vetustas. Es el pueblo ejerciendo el poder, como cualidad superior a la que emanan del Estado a sustituir, con un gobierno revolucionario que lo facilita con instituciones, presupuestos y legislando para la nueva hegemonía a conquistar. Es el socialismo como democracia sin fin, del que habla el teórico portugués Sousa Santos, citado por el Comandante Chávez.

El camino es CREAR Y TRANFERIR PODER A LAS COMUNAS SIN FIN. Así lo entiendo. Así lo está exigiendo el pueblo revolucionario que reclama soberanía más allá de victorias electorales.

SI DESEA VOLVER A LEER LOS DOS ARTICULOS ANTERIORES DEL COMPATRIOTA FREDDY BERNAL SOBRE ESTE TEMA, FAVOR PULSE LOS VINCULOS RESPECTIVOS QUE SE COLOCAN A CONTINUACIÓN:

3 R´s2: PSUV y Estado Comunal (II)

3 R´s: Estado Comunal (I)