Fidel Ernesto Vásquez I.

16.Nov.2010 / 12:58 am

Durante una ceremonia realizada este lunes en el Teatro Teresa Carreño, el filósofo argentino Enrique Dussel recibió el máximo galardón otorgado por el Premio Libertador al Pensamiento Crítico por su obra “Política de la Liberación II. Arquitectónica”.

A modo de discurso, Dussel dictó una clase magistral en la que repasó brevemente la estructura y trascendencia de su libro, destacando de manera especial su análisis sobre lo que ha denominado “el liderazgo perfecto”.

 “Hoy en América Latina nos encontramos en una situación en la que el liderazgo no debe apartarse del ejercicio democrático en un sentido estricto. La revolución se va dando en profundidad en un ritmo que ha evitado, a lo menos en el siglo 21,  el derramamiento de sangre. Son entonces procesos democráticos, efectos del uso de la institución de elecciones para decidir representantes, propios de la democracia representativa anticipada por la revolución chilena de Salvador Allende en 1970, idealizada por la Bolivariana en Venezuela desde 1999 o Boliviana desde 2005. En efecto, el liderazgo debe entender ahora estrictamente dentro de los límites de una democracia participativa y representativa para servir a un pueblo que debe a veces, no tan rápido como se quisiera, experimentar la organización práctica de la autodeterminación política comunitaria de una manera clara y decidida”.

Citando las tesis de varias reconocidas figuras de la historia, Dussel subrayó la necesidad de instaurar un orden mundial más justo, autodeterminado y estable en el cual los líderes son investidos por el pueblo por un “poder suplementario delegado en función del servicio a la comunidad”.

“Esa investidura de facto concedida por el pueblo, no institucional sino más bien como un cargo o encargo dentro de la distribución de funciones que la comunidad tradicional otorga y que obliga a realizar una encomienda obediencial que le ha así consagrado un poder delegado simbólico, y por ello provisto de impacto político, gracias a la dignidad que el mismo pueblo le otorga, no es una dictadura institucional ni tiranía antidemocrática. Esto sería como en el caso de un Pinochet si el que ostenta el poder lo hiciera fuera de la ley y contra la voluntad del pueblo y por eso sería una simple fetichización del poder corrompido”.

Explicó en su exposición que el liderazgo investido por el pueblo es un servicio, una misión, un magisterio. “Como los ancianos que conforman el Consejo de las comunidades en nuestros pueblos originarios o indígenas cuyo poder delegado despierta respeto y al mismo tiempo ejemplo. Al mismo tiempo, debe cumplir con los principios normativos de la justicia. El ejerció del liderazgo no es incondicionado; tiene límites. Aquellas que las exigencias normativas colocan a la praxis como los diques que conducen las aguas tormentosas de la fortuna, diría Maquiavelo, de la contingencia propia de la política”.

Enfatizó que la singularidad de este liderazgo perfecto sería su servicio al pueblo soberano, un liderazgo “obediencial con respecto al pueblo”, tan sólo un complemento necesario a las instituciones en un período de transición.

“El pueblo debe convertirse en uno para emerger y ponerse como pueblo, diría Jean Jacques Rousseau. El pueblo debe creer en algo, dice Fidel Castro. Eso son los principios, creer en alguien dice Fidel Castro y eso es el liderazgo. Y sobre todo el pueblo debe creer en sí mismo y esa es la esencia (…) Sin embargo, el liderazgo perfecto sería su disolución, sería cuando el que ejerce llega a aquel momento en el que el que lo cumple con responsabilidad (…) sabe que el pueblo está ya preparado para prescindir de él”.

Concluyó que, mientras se decantan estos procesos, el liderazgo político a todo nivel, desde el poder ejecutivo hasta la comunidad o aldea, “cumple una función necesaria y transitoriamente imprescindible”.

El Premio Libertador al Pensamiento Crítico fue creado por el Gobierno Bolivariano en 2005 para divulgar y promover la obra y el pensamiento de intelectuales que aportan nuevas ideas para el debate sobre las realidades del mundo contemporáneo.

Intelectuales de la talla de Franz Hinkelammert (2005), Bolívar Echeverría (2006), Renán Vega Cantor (2007) e István Mészáros (2008) han sido galardonados con este prestigioso premio que, en su quinta edición, ha reconocido la extraordinaria obra de Enrique Dussel.