Artículos archivados en 11 julio 2010

  • Las Líneas de Chávez: ¡¡Ay, Cardenal…!!

    comandante-presidente-Fidel Ernesto Vásquez .jpgI.- Al culminar esta semana de ascensos militares y de graduación conjunta y pase a retiro, necesario es que reflexionemos sobre la Revolución militar que está en marcha en Venezuela. Y digo en marcha porque éste es un proceso que no ha terminado y que debe continuar radicalizándose, profundizándose permanentemente.

    Las y los militares venezolanos estamos reencarnando colectivamente el espíritu de Bolívar y demostrando que somos dignos herederos y herederas y legítimos continuadores y continuadoras de su obra. Estamos asumiendo plenamente nuestra esencia bolivariana: ser pueblo en armas. Y quien dice ser, dice sentir, pensar y hacer.

    Me parece pertinente recordar, en este contexto, unas palabras del General de la Dignidad, Omar Torrijos dirigidas a los militares de su Patria, recogidas por el gran escritor panameño José de Jesús Martínez –quien fuera uno de sus colaboradores más cercanos– en su extraordinario libro Mi general Torrijos (1987):

    “El rango se da por decreto. La jerarquía se conquista con actos ejemplares. Tiene rango quien dice `Vayan´. Tiene jerarquía quien dice `Síganme´. La razón tiene rango. La necesidad tiene jerarquía. Los estudiantes, los obreros, los campesinos, los niños…, son las jerarquías a cuyas órdenes ustedes deben ponerse”.

    Torrijos nos señala el camino del verdadero liderazgo militar en tiempos de Revolución. Toca, entonces, a todos los cuadros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, conquistar la jerarquía, cada día, con actos ejemplares. Hacer valer el compromiso que se encarna en cuatro palabras que son mucho más que una consigna, un lema o una divisa: ¡Patria socialista o muerte!

    Bolívar, no lo olvidemos, siempre tuvo clara la diferencia entre rango y jerarquía: “Yo desprecié los grados y distinciones. Aspiraba a un destino más honroso: derramar mi sangre por la libertad de mi patria”. Grábense a fuego estas palabras en el alma, en especial, los nuevos cuadros de la Fuerza Armada.

    En otro orden de ideas, considero que es de la mayor importancia seguir rompiendo con los anacrónicos paradigmas impuestos por la IV República. Un ejemplo elocuente de esta ruptura lo tuvimos esta semana: el ascenso al grado de Vicealmirantas de Carmen Meléndez de Maniglia y de Silvia de Semeco. Junta a ellas, la Aviación Militar Bolivariana cuenta con dos nuevas Generalas de Brigada y la Armada Bolivariana con tres nuevas Contraalmirantas.

    ¡Vamos, mujeres, que son ustedes la continuación de la Generala Manuela Saenz, de las combatientes Juana Ramírez, Josefa Camejo, Ana María Campos…!

    El jueves 8 de julio en un imponente acto celebrado en el Patio de Honor de nuestra bicentenaria Academia Militar de Venezuela, comenzó la carrera militar de una nueva generación de hijos e hijas de nuestra Revolución Bolivariana.

    582 nuevos oficiales de los diferentes componentes de la Fuerza Armada Bolivariana, recibieron el sable que los compromete con el supremo mandato bolivariano: defender activamente las garantías sociales y ser garantes de los derechos que el pueblo venezolano ha ido conquistando en su marcha hacia el socialismo.

    II

    En De militares para militares –libro publicado clandestinamente en la década del 60 y reeditado en el 2006 por el Fondo Editorial El Perro y La Rana– Manuel Asuaje Ortega, Américo Serritiello, Antonio Piccardo y Pausides González, los oficiales patriotas y revolucionarios autores de esta obra, nos dicen: “Lo que siempre hemos apuntado es que el militar no debe desconocer la política. Estamos hoy al borde de la destrucción por carecer de jefes que sepan defender la doctrina y las tesis de la Institución Armada como pueblo en armas.” Y remachaban: “Seríamos ciegos si no comprendiéramos que desde el 23 de enero para acá, el destino de las Fuerzas Armadas se está dirimiendo, no en los cuarteles sino en el campo de la política”.

    Si en los años 60 del siglo pasado, desconocer la política era simple mengua, para decirlo con Bolívar, hoy, en tiempos de Revolución, sería una insostenible e imperdonable traición al pueblo.

    Un oficial sin conciencia política, sin conciencia revolucionaria y patriótica, es una suerte de autómata que no estaría en condiciones de defender integralmente nuestra soberanía.

    III

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