Fidel Ernesto Vásquez I.

4.Abr.2010 / 12:01 am

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Cuando se publique esta nueva entrega de Las líneas de Chávez, estaremos celebrando el Domingo de Resurrección. Como en otras ocasiones lo he dicho, el Cristo liberador completa su ciclo y marca la historia de la humanidad para siempre.
Este abril de independencia, este abril bicentenario, nos pinta la resurrección del Cristo-Pueblo que marca la nueva historia patria.

II
Abril de independencia, abril de rebeldía popular: “Dios santo qué bello abril, qué bello abril, qué bello abril. / Abril otra vez para que no tengamos soledad / para que no tengamos nunca más soledad”, como dice una bella canción de Fito Páez.

Abril de huracán revolucionario hecho pueblo, para romper en tiempo record una tiranía que quiso retornar para instalarse de nuevo sobre la Patria sufriente, poniendo en fuga a quienes seguían el dictamen de sus amos del Norte.
“Ya no nos van a espantar imperios tan hostiles

Que habremos de levantar verdades o fusiles

Ya dejando atrás los tiempos de ingenuos e infantiles

Que nunca habrán de faltar febreros ni más abriles”.

Recordando junto contigo, querida lectora, querido lector, esta hermosa estrofa de la canción Febreros y abriles del gran cantor bolivariano y revolucionario Amílcar Briceño, quiero decirles a todos aquellos que siguen jugando al golpe de Estado, obedeciendo los mandatos del imperio; a quienes siguen jugando a colmar la paciencia de un pueblo noble pero que también es un pueblo bravo, que nunca habrán de faltar febreros y abriles si se atreven: el nuestro es un pueblo heroico. Y como bien decía nuestro Libertador allá por el año 1819: “Esta Patria es caribe y no boba”.

III
Pocos días faltan ya para la celebración del Bicentenario del 19 de Abril de 1810. Un día que tiene que ser de fiesta nacional y popular, pero que también debe convertirse en el punto de partida de un gran ejercicio de reflexión colectiva y permanente, durante toda esta Era Bicentenaria que culminará el 17 de diciembre de 2030.

Así como aquel 19 de Abril de 1810 “todo el pueblo venezolano –sin distinción de clases ni de fortuna– fue llamado a deliberar sobre los asuntos públicos”, como bien nos lo recuerda Augusto Mijares, citando las vibrantes palabras del prócer Antonio Muñoz Tébar en el primer aniversario de tan magna fecha, a partir de este 19 de Abril todos los venezolanos y venezolanas deben ser convocados no sólo a deliberar, sino también a anticipar el carácter de transformación social profunda y radical que debe tomar, en lo sucesivo, nuestro actual proceso revolucionario en el avance hacia nuestra independencia definitiva, a través de la vía venezolana al socialismo.

Más allá de cortar las ataduras con las que nos doblegaron ante el imperio yanqui, cosa en la que no hemos desmayado en estos once años de Revolución, de lo que se trata, una vez más, es de la plena realización de nuestro ideario político emancipador, para cambiar radicalmente, desde ahora y para siempre, toda la nefasta organización económica y social en la que se ha apoyado el largo y aún existente régimen colonial que ha padecido Venezuela.

“¡Conciudadanos! Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás. Pero ella nos abre la puerta para reconquistarlos bajo vuestros soberanos auspicios, con todo el esplendor de la gloria y de la libertad”, decía nuestro Libertador Simón Bolívar por allá en 1830. Sea entonces oportuna la ocasión para congratularnos porque, no sólo nos hemos reapropiado de las bridas del potro de nuestra liberación e independencia, sino que, hoy más que nunca, hemos reabierto la puerta y estamos reconquistando todos los demás bienes, con todo el esplendor de la gloria y la libertad que se merece nuestro pueblo.

IV
Tal y como lo dije este Jueves Santo, quiero reiterarlo, recordando aquella memorable novela de Nicolai Ostrovski que se titula Así se forjó el acero: estamos forjando, como en acero, un mundo nuevo, un mundo pluripolar. Rusia juega un papel clave en Eurasia y en el mundo entero, y lo está haciendo con una inmensa dignidad. Nosotros, en una escala menor, hacemos lo propio aquí en Nuestra América. Cada quien con su perfil, su proyecto nacional y en su ámbito geoestratégico, pero no para encerrarse en sus propias fronteras, sino para participar activamente en la construcción de un nuevo sistema mundo. Por eso mismo, la visita del primer ministro de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, a Venezuela, reafirma nuestra Alianza Estratégica.

Fue una intensa agenda la que cumplimos con Putin: comenzó la misma apenas el Primer Ministro bajó del avión, con una visita al legendario Buque Escuela Kruzenshtern, insignia de la marina mercante rusa.

Firmamos 31 documentos, entre acuerdos y convenios, tras una intensa jornada de trabajo en el Palacio de Miraflores, abarcando diversos ámbitos: el tema militar; el de la energía petrolera, gasífera y nuclear; el tema del espacio ultraterrestre; el de la educación e investigación; el tema de la agroindustria y el del comercio; el de la infraestructura y el del trasporte terrestre y aéreo, y el tema cultural. Como se puede ver, se trata de una Nueva Ecuación que cada vez crece más y más a través de un conjunto de factores de alto nivel: unos en plena ejecución ya, y otros que se van agregando, como el factor nuclear.

Quiero destacar que firmamos una trascendente declaración política, centrada en nuestra memoria histórica: con el más hondo reconocimiento al valor supremo de los 200 años del inicio de la batalla por nuestra Independencia definitiva; y rindiéndole tributo al 65° aniversario, no sólo del fin de la II Guerra Mundial, sino, en esencia, de la gran victoria del pueblo soviético y del Ejército Rojo ante el fascismo, tras la Gran Guerra Patria que millones de hombres y mujeres protagonizaron heroicamente.

No quiero dejar de mencionar que el Palacio de Miraflores sirvió de escenario para el encuentro entre el primer ministro Putin y nuestro entrañable hermano Evo Morales. Rusia y Bolivia se dieron cita en Venezuela: he allí un signo luminoso de cómo el escenario internacional está cambiando radicalmente.

Rusia y Venezuela se han encontrado en la construcción de un mundo pluripolar para alcanzar el equilibrio del Universo que pregonara Bolívar. Este es nuestro camino y nadie nos apartará de tal propósito.

V
Quiero hacer mención especial a un tema de gran significación nacional y que, debido a la llegada de la Semana Mayor, pudo pasar desapercibido, en cierta medida, por muchos compatriotas que tal vez ya estaban disfrutando del largo feriado. Me refiero al gran logro alcanzado por Venezuela en los IX Juegos Suramericanos Medellín 2010: 89 medallas de oro, 77 de plata y 97 de bronce para totalizar 263 preseas, ubicándonos sólidamente en el tercer lugar del medallero. Esta es una nueva confirmación de que, hoy por hoy, nos estamos convirtiendo en una potencia deportiva gracias a la Generación de Oro: a su darse por entero, en cada disciplina, demostrando el más genuino compromiso con la Patria.

Ciertamente, quedamos unas cuantas medallas por debajo de nuestra histórica actuación en la edición anterior de los Suramericanos. Varios fueron los factores que conspiraron para impedir que nuestra cosecha fuera mayor. Sólo voy a mencionar dos: un arbitraje que, en muchas ocasiones, fue injusto e, igualmente, ciertos cambios a última hora en los reglamentos que rigen algunas disciplinas, promovidos por las autoridades de Odesur. Pero, a pesar de todo, más pudo el coraje y vergüenza patria de nuestros muchachos y muchachas que jamás se amilanaron.

Lo digo y lo afirmo a través del ejemplo que encarna la Generación de Oro: estamos ante una resurrección colectiva. ¡Venezuela ha resucitado definitivamente! Somos un pueblo que ha decidido levantarse y hacerse respetar en cualquier escenario.

¡¡ Es la Venezuela Socialista!!

¡Venceremos!